El martes 20 de agosto Barker College organizó una conferencia denominada «Padres que sostienen hijos que se afianzan», dictada por el Lic. en Psicología Matías Muñoz, en el marco del Ciclo de Conferencias 2019, de la que participaron mamás y papás de alumnos del colegio. El especialista abordó aquellas funciones de los padres que ayudan a nuestros hijos a ir adquiriendo lo necesario para que se lancen al mundo en búsqueda de lo propio y, los asistentes recorrieron conceptos tales como la puesta de límites, la educación emocional, la formación en habilidades sociales, la transmisión de valores y la validación del ser.
Tras pedirles a los padres que imaginen a sus hijos y que elijan una característica de ellos que los inquiete, el Lic. Muñoz explicó que «todos tenemos un hijo o una hija que nos preocupa», pero aclaró que «hay una sobrederivación de chicos a consultorios de terapeutas».
«A los chicos tenemos que darles herramientas desde que tienen 2 o 3 años para que puedan vivir sin nosotros». En los niños de 4, 5 y 6 años en adelante se juegan varias preguntas, entre ellas ´¿quién soy yo y con qué recursos cuento?´. Un nene de 6 u 8 no puede responderlo pero los chicos de 14 o 15 años ya cuentan con recursos para decirlo. Ahí se está jugando mucho: la subjetividad, la construcción de la subjetividad y los chicos terminan con una clara noción de quiénes son y con qué recursos cuentan y eso va a depender mucho de la mirada que los adultos tengamos sobre ellos», explicó.
«La identidad se va a construir un poco con lo que el hijo es, pero también ellos empiezan a escuchar cómo hablamos de ellos, cómo nos vinculamos con ellos. Eso empieza a constituir lo que uno es y cómo lo han mirado y hablado de ellos: la validación», resumió el Lic. Muñoz.
«Los adultos somos muy responsables de la identidad de los chicos«, agregó y les pidió a los papás elegir a uno de los hijos y pensar cómo los mira, con cara de qué, y cómo lo hacen sus padres. También les preguntó a los asistentes qué tiene ese chico en su identidad que los preocupa. Luego hizo que se pregunten por qué lo quieren tanto, qué admiran de ese hijo. Todos tenemos un foco de preocupación y un foco de admiración. Siempre tendemos a privilegiar el foco de preocupación. Validar a un chico es que papá o mamá vean antes la fortaleza que la debilidad«.
«Es muy poderosa la admiración y que el chico a los 13 años sepa que esa mamá o papá se muere de amor por él y que le alcanza con lo que él es. Tendría que sentir que haga lo que haga lo aceptan tal como es. Eso genera mucho amor propio y esto hará que empiecen a cuidarse en la vida de un vínculo tóxico, del consumo de sustancias -ejemplificó el especialista-. Es muy potente la validación. Cuando los chicos se sienten juzgados se quieren ir de esa relación. Algo nos está pasando a los papás que estamos queriendo tener el hijo ´producto´, un hijo perfecto, ideal. Todos los papás tenemos expectativas» pero «las expectativas de los padres no deberían convertirse en obligaciones para los hijos».
«El foco de preocupación de los padres muchas veces son cuestiones por las que pasaron ellos. Es muy injusto que un hijo sea la versión mejorada del padre. A nosotros también nos costaron las cosas. No hay más aliado para que el hijo mejore que el padre que sufre de lo mismo. Tenemos que resaltar que sus cualidades nos llenan de orgullo. Estamos en una cultura muy exitista y los chicos están sufriendo por esa exigencia. Pongan a sus hijos a tomar decisiones para cada edad -recomendó-. Van a tomar algunas que quizá no les cierren; hay que romper el espejo que tienen los papás con el hijo para ver al real y dejar de lado al ideal».
Según Muñoz, además, «debemos darles ropa de abrigo a los chicos para que se cuiden cuando nosotros no estemos». Es importante ser «espejos de talento de los hijos, mostrárselos desde la más temprana infancia. Una de las columnas de la prevención en las adicciones es el proyecto de vida. Nosotros armamos el proyecto de vida frente al deber, sobre todo. Somos hijos de inmigrantes donde el gran valor era el esfuerzo. Hacíamos las cosas porque había que esforzarse. Estos chicos son de otra generación y se van a tener que esforzar en la vida, pero nos dicen que cuando ellos encuentran el entusiasmo son muy poderosos. Para eso necesitan adultos que se lo muestren. Uno de los grandes preventores del consumo de sustancias es un buen proyecto de vida».
Muñoz también hizo hincapié en la importancia de que los chicos «se aburran porque en ese aburrimiento va a aparecer la creatividad. Los especialistas en infancia dicen que se está muriendo la infancia; los chicos no están jugando. Muchas veces los adultos los entretenemos todo el tiempo o los enchufamos a una pantalla».
En medio de un diálogo ameno con los participantes, que fueron consultándole cuestiones puntuales que les preocupan de sus hijos, mencionó entre otras cosas la importancia de los límites: «Vivir en una casa con límites claros es asumir la ley. Eso implica que en una familia haya muchos noes y muchos síes. No estamos generando deseo en los chicos».
«Educar un hijo implica darle la vida y sostener su existencia otorgándole valiosas herramientas para que pueda ir hacia el futuro en búsqueda de su propia felicidad«, resumió Muñoz.