“La abeja no pierde tiempo explicándole a la mosca, que la miel es mejor que la basura”. Cuando escuché este dicho en instagram de una influencer con muchos seguidores. Vi su publicación con más de 17.000 likes y por lo menos 200 comentarios (incluyendo familiares míos) que decían -Pero ¿cómo no me dí cuenta antes? ¡Extraordinario mensaje! ¡Qué real! ¡Es verdad! ¡Qué metáfora, buenísima! – me inunda una profunda tristeza.
Sé que cuándo el ser humano se encuentra en un estado interno de pesimismo por falta de amor: amor propio, amor de amigos, amor de pareja, amor de su familia. Sé que ese ser humano visitará un estado de rabia, dolor y resentimiento. También comprendo que es tremendamente necesario que esa persona quiera salir de la basura para poder sacarla de ahí y que el mejor impulsor es su propio diálogo interno que la levante del hoyo. También se, empírica y científicamente de que hay abejas en el mundo que logran magia y que en muchísimas oportunidades gracias a ellas revivimos.
Me niego.
Le agradezco profundamente a todas esas abejas que me ayudaron hace ya 12 años a salir de la basura, que bien sucia estaba entremedio del dolor, de la procrastinación, de las relaciones tóxicas y mi pesimismo permanente con y en contra del mundo. Odiándome, pero haciéndote creer que me “super amaba” y odiando al resto, haciéndote creer que te necesitaba. Tu podrías estar hoy como yo estuve hace años, tus hijos podrían estar hoy como yo estuve hace años. Necesitamos de la colmena para ayudarnos a salir de ahí, necesitamos de abejas que cuando nosotros somos moscas nos convenzan de que la miel es mejor que la basura. Y requiere de paciencia, cuando he estado en la basura, todos están mal, menos yo. Todos querían herirme, menos yo que “supuestamente” quería salvarme. Más encima, nadie me entendía. Siendo una real mosca, feliz en la basura, era yo la que intentaba convencer a todas las abejas que tenía a mi alrededor, de que ellas, como abejas, estaban podridas y yo que me encontraba putrefacta en el olor, estaba perfecto.
¿Y si tú o tus hijos creen ser abejas cuando en realidad son moscas? ¿Es por eso que no quieres ayudar a otros a enfrentar sus problemas, y prefieren no enfrentar los suyos, creyendo que eres algo que tu actitud no refleja?
Socialmente sería increíble que todos fuéramos abejas, porque una abeja para sobrevivir necesita de su colmena.
¿Qué es la colmena? Un grupo de personas que son o quizás lograron ver que la vida se compone de cosas más positivas que negativas, son personas que se quieren a sí mismas y buscan la resignificación de sus problemas para ver el lado bueno de las cosas. Son personas que tienen dentro de ti un SAR (Sistema Reticular Ascendente) orientado hacia lo que SI quieren para su vida. Y lo mejor es que todos podemos aprender a ser abejas. ¿Cómo? Nuestro cerebro tiene la capacidad de enfocarse en lo malo, negativo, relaciones tóxicas como también en lo positivo y relaciones sanas, esto es un entrenamiento que escoges día a día respondiendo: ¿qué es lo que quiero para mí? en la respuesta tu cerebro comprende y focaliza la atención en aquella respuesta y comienza a buscar, naturalmente tú observas, sientes y escoges.
¿Por qué me niego a creer en este dicho?
El ítem en donde más me niego a creer en este dicho es como mamá. Jamás bajaré los brazos de abeja para ayudar a mis hijos cuando sean moscas y estén en la basura o donde su pesimismo u otros estados negativos los lleve a visitar aún cuando estén estancados ahí. Solo imagínalo por un momento: tu eres abeja, lo eres. Dentro de tu familia, para tí, para varios de tus amigos, en tu trabajo, incluso para gente que no conoces y con solo una sonrisa le das un poco de miel. Imagina que renuncias al amor más preciado, tú misma. Imagina que renuncias a ser abeja para tus hijos cuando ellos necesitan dulzor. Imagina que el mundo entero entra en ese individualismo del: ¡arréglatelas como puedas! y ¡dios! que ya tenemos bastante de eso. Sería el final del mundo.
Si tú y yo ya sabemos cómo duele el abandono, como duele que te alejen ¿por qué repetir lo mismo con quienes están a tu alrededor? ¿Para qué no preferir la comunicación, la nobleza, el acompañamiento, la verdad, el amor, las risas y abrazos de un: gracias por estar ahí y por ayudarme a salir de aquí?
Me niego profundamente a dejar de ser abeja para mí, para mis hijos, para mis pacientes y clientes, para mi familia, amigos y cualquier ser humano que me necesite. Ahora bien, para algunos hay un límite, la clave está en: NO TE ABANDONES TÚ. Fuiste abeja, mostraste señales de dulzor, abriste tus brazos para cobijar a quien frente a ti estaba débil. Y luego renuncias quizás con dolor, pero te escoges a ti, porque ya te estabas abandonando.
Como padres, no podemos rendirnos.
Como personas, conmigo misma, contigo no puedes rendirte. Y si ya estás a punto de rendirte, escríbeme que seré tu abeja y te sacaré de ahí para invitarte a brillar nuevamente, y no en un acto heroico, sino porque sé que cuando alguien te escucha y ayuda a encontrar soluciones es un acto hermoso de respiro y sentir que no estás solo en este mundo.
Me encantaría en este momento recordarte que como padres a veces bajamos los brazos solo porque nos quedamos sin herramientas. Te invito a nutrir tu colmena.
Giancarla Marisio
Master Trainer en Programación de Habilidades, Bienestar y Talento.
Directora Método Almando
Presidenta Fundación “The WakeUp Project”
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