
En la era digital, nuestros estudiantes son nativos de un mundo donde la tecnología y los dispositivos móviles son extensiones de sí mismos. Como educadores, es crucial que comprendamos el profundo impacto que esto tiene en su desarrollo emocional y social. La inteligencia emocional nos invita a ponderar la conexión interpersonal, humanizando cada encuentro de persona a persona. Compartiremos tres claves hacia tal fin:
1. Promover una conexión humana genuina
El uso excesivo de dispositivos puede afectar la calidad de las habilidades sociales de todas las personas. Es necesario recuperar encuentros concretos de negociación e intercambio a través de interacciones cara a cara, que exigen sostener la mirada, cuidar el tono de voz, y ser muy conscientes de nuestro impacto, procurando sostener el lenguaje corporal apropiado y siendo coherentes con lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.
Cuando los estudiantes se comunican principalmente a través de dispositivos, se corre el riesgo de perderse los valiosos matices emocionales, las sutilezas del lenguaje no verbal, y la verdadera empatía que florece sólo en las interacciones directas. En nuestras clases, necesitamos priorizar dinámicas interactivas como los debates, las actividades lúdicas y creativas, los trabajos colaborativos, el roleplaying de situaciones, la práctica del “aula invertida”, dando protagonismo a la co-creación entre los estudiantes.
Muchos jóvenes se han acostumbrado a interactuar y “conversar” principalmente, compartiendo juegos en líneas, con mensajes en las distintas plataformas de su interés, lo que ha limitado su capacidad expresiva, su oralidad en general, y su conexión emocional y social. Además, las pantallas ocultan y “protegen”, a la hora de comunicar hechos que no nos atreveríamos a comunicar cara a cara.
Fomentar la comunicación directa, ayuda a humanizarnos, a construir vínculos más profundos y auténticos.
2. Evitar las distracciones de estímulos externos
Los teléfonos celulares son una fuente constante de distracción. Las notificaciones de mensajes, las redes sociales y los juegos en línea, desvían la atención de los estudiantes de la materia en cuestión, interfiriendo con su capacidad para concentrarse, participar, debatir activamente en la clase y procesar la información de manera efectiva.
Esta falta de enfoque disminuye la calidad del aprendizaje, y la adquisición de conceptos claros, limitando las oportunidades para el desarrollo de habilidades como la escucha activa, el pensamiento crítico y la resolución de conflictos. Se crea una inevitable dependencia hacia la tecnología, una necesidad permanente de ir a buscar las respuestas hacia afuera, considerando, además, que la tecnología nos brinda información precisa y confiable- cuando realmente no es siempre así. Tenemos la gran responsabilidad de que todo entorno escolar sea un espacio seguro y de apoyo, entretenido e interesante, que permita quitar el protagonismo a la tecnología, dejando los dispositivos fuera del alcance de los estudiantes. Fomentemos espacios donde la tecnología se utilice como una herramienta para brindar herramientas específicas para ciertas actividades bien definidas, no para aislar o distraer. Las dinámicas de atención plena/ Mindfulness, las pausas para hacer respiraciones conscientes, ejercicios de visualización o relajación, pueden ayudar a recuperar el enfoque atencional, trayendo a los estudiantes al momento presente, y a los objetivos particulares que este nos trae. Para que ocurra un aprendizaje que involucre a los estudiantes, es necesario promover un encuadre de confianza, empatía y pertenencia, de persona a persona.
3. Cortar el circuito de ansiedad y comparación social
La exposición constante a las redes sociales puede intensificar la ansiedad entre los estudiantes y fomentar la comparación social, creando un ambiente de competencia en lugar de colaboración. El deseo de cumplir con las expectativas y las imágenes idealizadas que se ven en las redes sociales, puede generar sentimientos de insuficiencia, baja autoestima y estrés, afectando negativamente el bienestar emocional de los estudiantes. Como educadores, podemos ayudarles a desarrollar habilidades de regulación emocional, a discernir la información y a construir una identidad digital saludable.
Esta desafiante realidad nos empuja a crear una escuela que pueda conectar a los estudiantes con sus propios valores, cualidades y fortalezas. Para ello, es importante dar lugar al reconocimiento, a las sinceras felicitaciones por sus avances y a ayudarlos a tomar conciencia del diferencial positivo de cada uno/a, de eso que los hace únicos y valiosos en nuestro grupo.
Silvina Fernandes
Neurosicoeducadora, Life Coach, Coach Vocacional, especialista en educación emocional, capacitadora docente, autora de Educación en Positivo (2015), Licenciada y profesora en Lengua Inglesa (USAL) con 26 años de experiencia trabajando con adolescentes. Creadora y directora de la membresía en Inteligencia Emocional: “Educadores Influencers”. Es parte del equipo de mentores de Clubes TED ED, como diseñadora de actividades y capacitadora docente.
Contacto: info@silvinafernandes.com.ar
IG @soysilfer
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