Revista Colegio

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Directivos educativos de Alto Impacto



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¿Qué es ser un directivo de Alto impacto? ¿Sobre qué o quiénes impactamos en nuestras instituciones educativas?

Vivianne Robinson, profesora e investigadora de la Universidad de Auckland, nos da la respuesta de forma contundente y fundamentada con su teoría del Liderazgo centrado en el estudiante, confirmando así que nuestra tarea como líderes educativos impacta sobre los aprendizajes de nuestros alumnos y alumnas, apoyándose en estudios de tipo cuantitativo que vinculan liderazgo educativo con resultados de alumnos.

“La esencia del liderazgo centrado en el estudiante es la focalización permanente en las consecuencias que tienen las decisiones y acciones de los líderes en los alumnos de los cuales son responsables” (ROBINSON, 2011). Ya sea en términos del desempeño, el bienestar, la creatividad o la participación estudiantil, dichas consecuencias constituyen la consideración principal de los líderes al momento de tomar decisiones o evaluar, tanto a nivel del equipo docente, de la escuela o del sistema.

En el libro APRENDER A SER DIRECTOR/A que hoy recomiendo, las autoras Silvina Gvirtz, Victoria Abregú y otras, nos recuerdan que Flessa define al director como una “palanca de la mejora” dado que el trabajo del director/a es lo que más impacto tiene en los resultados académicos de TODOS los alumnos de una escuela. La tarea del director parece ser entonces una de las variables con mayor incidencia en el camino hacia la mejora.

 “El equipo directivo juega un rol altamente significativo en el desarrollo de cambios en las prácticas docentes, en la calidad de estas prácticas, y en el impacto que presentan sobre la calidad de aprendizaje de los alumnos en las escuelas” (Anderson, 2010:35).

En la vorágine de tareas que invaden la agenda del directivo, en las cuales el “árbol suele tapar el bosque”, corremos el riesgo de convertimos en bomberos cuya única misión es la de apagar los diversos focos de lo urgente, dedicándole la mayor parte de nuestro tiempo a tareas burocráticas dentro de las dimensiones organizativas y administrativas, por sobre la dimensión  pedagógico didáctica, que es indelegable y a su vez otorga sentido a nuestra labor.

Es momento queridos directivos de recuperar nuestro sentido de propósito! Es tiempo de replantearnos  el impacto de nuestro trabajo y por ende de nuestras decisiones y prioridades para hacer foco en un liderazgo verdaderamente centrado en los estudiantes y así liderar, lo que Pepe Menendez define en su maravilloso libro como “ESCUELAS QUE VALGAN LA PENA”.

Seguramente cada uno de nosotros, dentro del marco de la identidad de nuestras instituciones, podemos definir cómo hacer que nuestra escuela valga la pena, pero en lo que todos estaremos de acuerdo es que más allá de las características particulares de cada centro educativo, todos tenemos la fundamental responsabilidad de arbitrar los medios para lograr más y mejores aprendizajes para todos nuestros alumnos y alumnas, siendo ésta nuestra tarea de impacto primordial en donde debemos poner nuestro foco.

Coincido ampliamente con Blejmar cuando propone que como directivos debemos “maximizar nuestra área de incidencia”, hacernos conscientes del impacto de lo que hacemos y decimos y lo que no, en los aprendizajes de nuestros alumnos.

“Cada una de las lecciones involucra al equipo directivo desde un rol central que requiere estar dispuestos a revisar el hacer, a interpelar las prácticas, mirarse en el espejo de la conducción y asumir que “el principal reto de la gestión es la gente, empezando por uno mismo” (Blejmar, 2005).

Y tal como dice Pepe Menendez “Una persona que se dedica a la educación está llamada a una permanente interpelación sobre la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, a huir del adoctrinamiento y el abuso del poder, a conocerse profundamente a sí misma. En definitiva a aceptar el reto permanente de mirarse ante el espejo y contemplar su trabajo…”

Seamos conscientes directores y directoras de lo transcendental de nuestro rol y del impacto de nuestra tarea para garantizar aprendizajes de calidad para todos nuestros alumnos y alumnas.

Por María Belén González Milbrandt


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