Este año Greenvalley School, una de las escuelas más innovadoras de México, festeja su vigésimo aniversario. Para celebrarlo y conocer más sobre su atractiva propuesta educativa entrevistamos a Patty Zorrilla, una de las fundadoras de la institución y referente regional sobre innovación educativa.
-¿Cómo fueron los inicios? ¿Cuál es la misión y la visión de Greenvalley?
Comenzamos a trabajar hace más de 20 años, creyendo que esta era la forma de cambiar el mundo a través de la educación. Comenzamos este proyecto educativo 3 socias y nos propusimos crear una escuela que fuera la escuela para nuestros hijos hace ya 20 años. Por eso condimentamos el proyecto educativo con mucho corazón, mucha garra y mucha emocionalidad. Y se convirtió en nuestro proyecto de vida abriendo un centro de estimulación temprana hace casi 27 años. Cuando los pequeños terminaban el preescolar, sus familias nos pedían que sigan su escolaridad en un proyecto similar. La verdad es que en ese momento no se conocían muchos proyectos educativos basados en el desarrollo socioemocional, con el crecimiento y desarrollo de valores del ser humano. Desde un principio nos propusimos desarrollar la inteligencia emocional de los alumnos del mismo modo que la inteligencia cognitiva.
-¿Cómo lograron crecer en matrícula con esta propuesta innovadora?
Hago siempre una metáfora, que acá en México es muy conocida: la metáfora del champiñón. Nosotros no queríamos que los chicos solamente desarrollen su capacidad memorística, que llenen sus cabezas de contenidos y conocimientos que no siempre son válidos para la vida. Quisimos siempre desarrollar alumnos como árboles frondosos. Raíces fuertes, troncos robustos, ramas frondosas llenas de hojas bellas y verdes. Eso es para nosotros el desarrollo del SER, que implica una solidez íntegra. Puedes no conocer todo, pero si tienen habilidades socioemocionales tendrás grandes oportunidades en la vida. Con esa premisa de brindarles “powers skils” a nuestro alumnado fuimos creciendo, sin apuros, dándole tiempo y valor a cada paso que dábamos. Fuimos agregando grados, uno por año, para darle valor a cada paso y nivel académico. Eso nos permitió ir desarrollando un perfil del alumno, conocer mejor a las familias y fortificar la alianza con ellas. Hoy tenemos una escuela completa en sus niveles, de maternal a secundaria. Y estamos en contacto con los ex alumnos. Nos ponemos orgullosos al ver cómo crecen y desarrollan su futuro y eso redobla nuestra pasión y compromiso de intentar hacer nuestro trabajo cada vez mejor. Nos damos cuenta que nuestro programa de emprendimiento es un éxito, que tenemos muchos ex alumnos comprometidos en causas humanitarias y sociales y también con excelentes performances académicas en la universidad.
-¿Cuál es el perfil del docente de Greenvalley?
Hemos tenido que trabajar muy bien en cuanto al conocimiento de nuestra misión y visión con el equipo, con la plantilla docente. Todos somos aprendices y seguimos capacitándonos y estudiando mucho. Para nosotros es muy importante que tengan una sólida formación en educación y en temas como educación emocional y conocimientos de psicología. Como Greenvalley es una escuela trilingüe buscamos personas empáticas con la tecnología. Todos recorren un camino de capacitación. Somos además una de las 64 escuelas certificadas por Apple en México y eso hace que en este recorrido nuestros maestros se conviertan en “Apple teachers” y también que certifiquen con Google y sean empáticos con sus aplicaciones y programas. Tenemos un plan de desarrollo profesional basado en formación de una pedagogía activa socio constructivista y por otro lado estamos siempre evaluando el impacto de las tendencias educativas que con evidencia impactan positivamente en contextos de enseñanza y aprendizaje. Hacemos un estudio de las nuevas metodologías y prácticas. Paralelo a esto realizamos un programa de desarrollo del ser, también para los docentes, para que pongan en valor su propósito y su vocación. Logran adquirir de esta manera herramientas y habilidades para si mismas y para compartir con los demás. De esta manera, todos tenemos las mismas oportunidades de crecer, capacitándonos en éstas áreas.
–Notamos recorriendo el colegio que tienen espacios muy diferentes al aula tradicional, más amplios, luminosos, decorados, con mucho color e imaginación y producciones de los estudiantes…
Hemos evolucionado también en lo que respecta al diseño y utilización de los espacios en la escuela. Quisiéramos hacer cambios estructurales cada 3 ó 4 años pero eso es difícil por una razón presupuestaria, pero encontramos la manera de hacer espacios dinámicos. En ese sentido la ambientación es clave. Pensamos que la tecnología nos permite traer el mundo a la escuela. Creo que el mundo es el mejor lugar para que los alumnos aprendan, ya la escuela no es el único lugar donde se adquieren conocimientos. Con esta premisa rediseñamos espacios que les permiten a los alumnos colaborar entre sí, que les permitan movimiento, que puedan fácilmente desarrollar actividades de forma individual o en equipo. Entendemos que es parte de su desarrollo físico y de la energía que tienen poder moverse y no estar siempre fijos a un lugar favorece esa característica. Hemos creado espacios para que ellos vayan rotando, como estaciones de aprendizaje. Entonces creamos un “club maker” para que todos y todas puedan pasar por esa “estación”, una “cabina de radio” que también sirve como “podcast station”, etc, pensando siempre en desarrollar habilidades que les sirvan para su futuro, competencias para la vida. Todos tenemos que tener competencias lingüísticas por ejemplo y hemos creado espacios para desarrollar esas competencias. Somos un proyecto educativo humanista por eso es fundamental para nosotros crear, colaborar, desarrollar valores como la empatía trabajando y aprendiendo colaborativamente, a respetarnos, a relacionarnos pese a las diferencias. Los espacios diseñan nuestras conductas. Si estas todo el día sentado, sin moverte, con poca luz diseñas un tipo de conductas muy diferente a un espacio luminoso, más alegre, que te permite expresarte corporalmente hay otro tipo de comportamientos y sensaciones que generan mayor bienestar. Escuchamos a los estudiantes pero también a los docentes y en función a ese feedback vamos buscando nuevos espacios, nuevo mobiliario, nueva decoración, nuevos colores. Por eso digo que “somos una escuela viva”.
–¿Cuál es el perfil del alumno egresado de la institución? ¿Qué proyectos fundamentan ese perfil buscado?
Nos hemos comprometido a formar líderes innovadores, creadores, autónomos y responsables. Tenemos la tecnología presente en toda la escuela, en todas las clases, en todas las áreas conforme se vaya necesitando. Partimos de la base de crear un proyecto de ciudadanía digital, no solamente para saber noticias sobre la exploración del espacio, la guerra de Ucrania, cuestiones de interés global o nacional sino para poder investigar y crear. Desarrollamos un programa propio porque nos preocupa toda esa masa de información digital a la que un joven estudiante hoy se enfrenta. Creemos fundamental desarrollar un sentido crítico, ético y consciente sobre todo lo que sucede en las redes. Trabajamos en este programa apoyándonos en los padres, sobre todo de los alumnos más pequeños, y también con la policía especializada en ciber delitos, para prevenir y también para informar a las familias. Los menores no deberían tener redes, pero las tienen, acceden a demasiados contenidos por esos canales nuevos y es fundamental tener recaudos, conocer dónde puede haber situaciones de peligro, y que los chicos sientan que no están solos, que pueden confiar en nosotros ante cualquier situación. En Secundaria hablamos mucho, de los peligros, de acoso, del juego y las apuestas que es algo que viene creciendo peligrosamente, las maneras seguras de proteger su identidad y navegar. El programa de innovación despliega la cultura maker, nuestro centro de producción de podcast y cabina de radio para la creación de contenidos propios, espacios steam, áreas de robótica, todo esto está vinculado curricularmente al área de innovación y tiene detrás conciencia de ciudadanía digital. Tenemos un protocolo estricto de lo que pueden y no pueden hacer los alumnos y también los profesores. Nuestros proyectos siempre están vinculados a la agenda 2030 de desarrollo sostenible de la ONU y esa conexión con el mundo y con los intereses locales es un estupendo entrenamiento para la vida.
Otra de las características que pensamos para Greenvalley cuando fundamos esta escuela es qué papel juega el emprendimiento. Tenemos en cuenta el talento y la pasión, con las habilidades que cada uno de nosotros tenemos. Pensamos entonces que si queremos personas creativas y apasionadas, que logren el disfrute pero también la posibilidad de que desarrollen un emprendimiento que pueda sostenerse en el tiempo y agregar valor a la comunidad. Para ello, desde primer año de primaria, empezamos a desarrollar propuestas, recursos y actividades que alienten el espíritu emprendedor y llevamos 20 años haciéndolo!. Fácil no es, pero llevamos dos décadas generando ese espíritu entre nuestros alumnos. Nunca olvidaré la primera “feria de emprendedores” que hicimos en el colegio, en la cual se hicieron pulseras y chocolates, en la cual le dieron nombre a sus emprendimientos, entendieron que es un acta constitutiva, una razón social, definieron roles, crearon sus logotipos, sus campañas de marketing y anuncios, crearon su packaging y luego vendieron sus productos. Las familias alientan y valoran estas actividades cuando comprenden que sus hijos atraviesan un proceso de desarrollo que va de la creación de una marca hasta la venta de sus productos, pasando por las mismas sensaciones de esfuerzo, perseverancia, desilusiones y logros que en la vida real. Todo esto está siempre atravesado por el aprendizaje de las ciencias, la matemática, la lengua, la ética y al llegar a la Secundaria ya tienen acumulados experiencias, saben hacer un foda, saben costear, saben armar una campaña de marketing, lo que es la competencia y tienen mayores herramientas y habilidades que los preparan para la elección de una carrera universitaria con mayor afinidad a sus talentos y capacidades, algo que no suelen tener muy claro los estudiantes que no han pasado por este tipo de aprendizajes para la vida.
–¿Qué significa para ustedes ser especialistas en “ecología emocional”?
En esta escuela somos ecologistas emocionales. La ecología emocional es el arte de aprender a gestionar de manera sostenible todo lo que siento al vivir, lo que nos toca vivir. También para aumentar la calidad de las relaciones que tenemos con otras personas y gestionar con responsabilidad, amor y respeto el mundo natural. Ante todo me respeto porque es la manera lograr que otros me respeten. Si me amo me cuido y si me respetan respeto a los demás. Y respeto a las personas que me rodean y al ambiente y al mundo en que habito. Fuimos generando conciencia desde los más pequeños de cuidarnos, respetarnos, de proteger a los animales, cuidar las plantas… hacemos talleres y les hablamos de los animales en cautiverio, de las especies en peligro de extinción, porque entendemos que nadie ama lo que no conoce. Eso les permite asumir una conciencia y una responsabilidad diferente. Cuando se genera una cultura de conciencia ambiental y de respeto por el prójimo los pequeños son verdaderos embajadores de esta cultura entre sus familias. No solamente es importante que sepan reciclar, separar los residuos, crear huertos orgánicos, de tener respeto por la naturaleza, sino que es fundamental que ellos se sientan embajadores de esa cultura. Porque los empodera. En Greenvalley hacemos una vez por mes “el día GEA, el día de la tierra”. Este día tenemos pláticas, ponencias, talleres, es un dia que dedicamos a generar conciencia y lo compartimos con las familias. Estas acciones realmente hacen la diferencia, con esta filosofía trabajamos con los docentes, los estudiantes y sus familias y estamos orgullosos de los resultados.
Nota: Marcelo Rivera (especial desde Puebla, México)
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