Revista Colegio

Las mejores propuestas educativas

Hábitos Atómicos para una gestión directiva exitosa



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“No llego con todo”

“Me voy de mi centro educativo con la amarga sensación de dejar tareas inconclusas”

“No logro integrar actividades como el gimnasio o yoga en mi agenda diaria”

Si te sentís identificado con todos o alguno de estos comentarios, esta columna es para vos. Quiero recomendarte un bestseller lleno de ideas prácticas y realizables para ayudarte a alcanzar la tan deseada productividad y que puedas organizar mejor tu tiempo y de esta forma mejorar tu gestión y liderazgo.

Hace unos meses leí el libro “Hábitos Atómicos” de James Clear y hoy lo tengo a mano cuan biblia o manual a seguir para mi vida profesional y personal. El autor propone una serie de estrategias prácticas respaldadas por investigaciones científicas con ejemplos y propuestas concretas que podemos adecuar a nuestra realidad. 

Según James Clear, los hábitos atómicos son pequeños cambios aparentemente insignificantes en nuestro comportamiento diario. Estos hábitos, cuando se repiten con consistencia, tienen un impacto significativo a largo plazo en nuestra vida y en nuestros resultados. Para los directivos escolares, esto significa que pequeñas mejoras y prácticas diarias pueden tener un impacto profundo en la calidad de sus centros educativos.

Te dejo a continuación algunas ideas del libro que me han ayudado a lograr ciertos hábitos que añoraba desde hace tiempo y los cuales pude lograr de forma práctica, sencilla y sobre todo de manera perdurable en el tiempo.

Si logramos ser un 1% mejor cada día, vamos a terminar siendo 365% mejor en un año

¿Qué pasaría si nos proponemos un cambio mínimo al día? En lugar de plantearnos el abrumador objetivo de observar todas las clases de nuestros profesores, podemos comprometernos a realizar cada día una observación de tres minutos. Al cabo de dos semanas habremos observado diez cursos diferentes. Esa sensación de logro personal y esa tarea cumplida seguramente dinamicen nuestra motivación y organización y podamos llevar a cabo observaciones de cinco minutos el mes que viene y así sucesivamente.

El simple hecho de ordenar nuestros escritorios y percibir la organización de papeles y objetos nos puede ayudar a tener la sensación de control sobre nuestra propia vida que necesitamos para lograr nuevos objetivos. Esto es lo que James Clear denomina “crear un entorno propicio para el desarrollo de hábitos”.

Crear entornos que fomenten el desarrollo de hábitos atómicos es esencial para nuestra comunidad educativa.  Esto implica establecer una cultura escolar que valore el aprendizaje continuo y el desarrollo personal. Al proporcionar recursos, apoyo y tiempo para que los docentes y personal administrativo también desarrollen hábitos atómicos, las instituciones educativas pueden cultivar un liderazgo fuerte y efectivo que potencie los aprendizajes de todos en la comunidad y ayude a incorporar buenas prácticas con impacto.

El refuerzo positivo y el aprendizaje continuo son componentes esenciales en el desarrollo de hábitos atómicos.

Los directivos escolares podemos reconocer y recompensar los hábitos positivos que contribuyen al éxito de nuestra tarea.  Cada nuevo logro debe ser valorado y recompensado.  Por ejemplo en mi caso, cuando alcanzo el objetivo de leer todos los días una hora durante veinte días corridos, me autorregalo un almuerzo en mi bar favorito o un masaje descontracturante en un spa cercano.  Es vital que nuestro cerebro sea consciente del esfuerzo realizado y la importancia del logro obtenido por medio un premio de valor para nosotros.

Esto mismo lo podemos implementar para motivar a nuestros docentes a la incorporación de buenos hábitos, como puede ser la entrega en tiempo y forma de planificaciones de forma semanal o mensual.  Al cabo de un tiempo determinado, podemos hacerles un obsequio o bien un reconocimiento a través de una nota personalizada y un bombón o unas flores. Este refuerzo positivo seguramente potencie su compromiso de seguir cumpliendo con la tarea pautada.

Por último, es fundamental que estemos dispuestos a aprender de nuestras experiencias, tanto de los éxitos como de los desafíos. Este enfoque de aprendizaje continuo es fundamental para el desarrollo y la consolidación de hábitos atómicos efectivos en nuestras vidas y en nuestras instituciones educativas.

La fascinante teoría de los hábitos atómicos de James Clear proporciona un marco sólido para el desarrollo personal y profesional de los directivos escolares. Al comprender y aplicar los principios de los hábitos atómicos, los directivos podemos mejorar nuestro liderazgo, la cultura escolar y, de esta forma, el rendimiento académico de los estudiantes. Al invertir en el desarrollo de hábitos atómicos, las instituciones educativas crearán una base sólida para un liderazgo escolar efectivo y sostenible.

Por María Belén González Milbrandt


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