La motivación y el bienestar que genera “pertenecer”

La vuelta a nuestra rutina siempre está acompañada de emociones diversas. Romper el descanso, predisponernos a cumplir nuevos horarios, atender nuestras necesidades personales y familiares junto con las responsabilidades laborales que siempre nos traen sorpresas, genera muchas veces una fuerte sensación de vértigo y ansiedad. Y ni hablar en este contexto pintado también de incertidumbre, claro – deseando que los barbijos, protocolos, distanciamientos, dejen de formar parte de nuestra cotidianidad y comiencen a ser parte “de lo que fue”.

Ese bienestar de las vacaciones, con esa sensación de libertad, energía vital y calma que las caracteriza, entonces, se altera, se esfuma, se nos va de las manos. Y ésto me lleva a abrir la pregunta: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros, de manera intencional y comprometida, para sostener esos estados que nos hacen sentir a gusto con quienes somos y con la vida que llevamos?

Es este desafío el que nos convoca a pensar juntos, acerca de uno de los pilares que conforma la inteligencia emocional, en este caso, la inteligencia interpersonal, vincular. Se trata de una habilidad social que no tiene mucha prensa, pero que claramente hace una diferencia en nuestra calidad de vida: se trata de la pertenencia. Esta habilidad de poder “pertenecer” tiene su contracara, la de “soltar”, que sí tiene una enorme difusión, aunque no nos ocuparemos de ella ahora. Sin embargo, poner en práctica una pertenencia saludable, que no genere dependencia, potencia todo lo que hacemos, ya que nos conecta con un estado que nos impulsa a ser, expresarnos y compartir libre y genuinamente. La motivación intrínseca se hace presente cuando no percibimos  amenazas en el entorno, sino desafíos apoyados en la confianza mutua, en el trabajo colaborativo, en la co-creación que es capaz de resignificar toda nuestra tarea, amplificada  por los intercambios con los demás. Para que esos valiosos intercambios se den de manera fluida, necesitan estar apoyados en el pilar de la pertenencia. Si no sentimos que pertenecemos, no vamos a correr el riesgo de hacer aportes, de expresar un punto de vista diferente al de los demás, de compartir nuevas ideas y/o necesidades. Si desde el sentir, no se palpa pertenencia, estamos afuera, no estamos disponibles, nos guardamos y silenciamos. Y en ese “hacer de cuenta que estoy”,  desperdiciamos nuestra energía, nos engañamos a nosotros mismos y a los demás, limitamos el despliegue de nuestras habilidades y aptitudes, tomamos actitudes de escasez. Y lo peor del caso, es que contagiamos esa realidad con nuestras acciones- y ya sabemos que no hay nada más potente que nuestro ejemplo- ¡a los niños y adolescentes que nos rodean no se les escapa nada!

Por eso, una de las claves para sostener y contagiar el bienestar de las vacaciones, es fortalecer nuestro día a día desarrollando pertenencias saludables donde, y con quienes, elijamos estar, compartir, construir. Como seres sociales, gregarios, que somos, necesitamos formar parte de redes que nos sostengan, nos potencien y estimulen a dar lo mejor de nosotros mismos. El verdadero ganar-ganar se vive amando lo que hacemos y amando a las personas con quienes compartimos el camino. 

Es un buen momento para observarnos y darnos cuenta de cómo estamos perteneciendo, o no, a nuestros distintos entornos. Si hay algo que nos hace ruido, estamos a tiempo de modificarlo, como primer paso, comunicando nuestro sentir y nuestras necesidades para llegar a nuevos acuerdos . Observemos y decidamos de qué manera vamos a fortalecer nuestra pertenencia a esos lugares, actividades, situaciones, equipos que suman, y también, cómo vamos a limitar, los que nos opacan. 

Permitite pertenecer a donde quieras estar. De esa manera vas a estar más presente en tu vida, y el bienestar vendrá por añadidura.

Silvina Fernandes

@silfernandes_edu / info@silvinafernandes.com

Conocé mis talleres de Inteligencia Emocional en www.silvinafernandes.com

y sumate a mi Comunidad gratuita de Inteligencia Emocional Aplicada: