“El mundo está cambiando muy rápido. Ya no será el grande quien golpee al pequeño, será el rápido quien golpeará al lento” vaticinó recientemente Rupert Murdoch, presidente de Fox News.
Las instituciones educativas tanto las grandes como las pequeñas, enfrentan los desafíos propios de todas las organizaciones que buscan diferenciarse, permanecer y crecer en estos tiempos BANI: término acuñado por el antropólogo y futurólogo estadounidense Jamais Cascio, haciendo referencia a la fragilidad (Brittle), Ansiedad, No linearidad e Incertidumbre que experimentamos quienes cohabitamos nuestro planeta hoy.
Para poder dar respuesta a estos vertiginosos cambios que estamos viviendo: sean estos sociales, económicos, medio ambientales, políticos, legales o tecnológicos, las escuelas que quieran crecer y brindar un servicio educativo de calidad necesitan desarrollar una serie de capacidades:
- Capacidad para Adaptarse a los Cambios
- Capacidad para Experimentar
- Capacidad para Aprender
- Capacidad para Navegar la Incertidumbre
Como directivos necesitamos co-crear instituciones educativas ágiles, que puedan enfrentar con éxito cada nuevo desafío. La clave es diseñar escuelas con identidades definidas y el norte claro, estructuras flexibles, equipos empoderados y con mentalidad de crecimiento, en un formato de liderazgo distributivo. Escuelas que aprendan, con docentes resilientes y adaptativos, que no le teman ni a los datos ni a la innovación, donde haya una comunicación transparente y un gran sentido de pertenencia de toda la comunidad.
¿Qué entendemos por agilidad?
El concepto de organización ágil se origina en el año 2001 en Utah donde un grupo de líderes del área del diseño de software que buscaban mejorar la calidad y los tiempos de entrega de sus servicios a los clientes elaboran el “Manifiesto Ágil”. Sus principios se han extendido ya a todas aquellas organizaciones que quieren dar respuestas rápidas y adaptarse eficientemente a las constantes variables del mercado.
Este documento consta de 12 principios agrupados en 4 valores fundamentales:
- Valoramos personas e interacciones sobre procesos y herramientas
- Productos y servicios funcionando sobre documentación exhaustiva
- Colaboración con el cliente sobre negociación contractual
- Respuesta ante el cambio sobre seguir un plan.
Estos valores transferidos al contexto educativo, se centran en las personas y su capacidad y libertad de participación y acción e intentan cortar de raíz los procesos burocráticos, las estructuras piramidales con bajada de línea y liderazgos autoritarios, planes poco flexibles a muy largo plazo, y docentes trabajando en silos aislados con poco espacio para el trabajo en equipo y alumnos y alumnas que son meros receptores del servicio educativo sin la posibilidad de una participación activa “con voz propia”, como dice el pedagogo italiano Francesco Tonucci.
Amy Amodson, en un artículo publicado recientemente en la revista Harvard Business Review, plantea que las organizaciones ágiles se rigen por lo que resume como las 3 P’s:
PROPÓSITO: una visión clara, compartida e inspiradora.
PERMISO: para innovar, cambiar la forma en que se hacen las cosas, tomar atajos, intentar nuevos caminos sin caer en intrincados procesos burocráticos.
PROCESO: seguir procesos rápidos, iterativos y sistemáticos de ensayo y error que produzcan mejores resultados en menor tiempo.
Todo proceso de transformación para convertir a nuestras instituciones en organizaciones ágiles comienza con una etapa reflexiva, de diagnóstico y análisis de la situación actual, de todos los sistemas y procesos que obstaculizan la agilidad ante la necesidad de respuesta frente a los cambios. Implica una apertura colectiva hacia la innovación en una búsqueda constante de mejora con el fin último de garantizar aprendizajes de calidad para todos nuestros alumnos y alumnas en un mundo donde lo único constante es el cambio.
María Belen González Milbrandt
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