Olga Casanova, socia fundadora, directora y formadora en Arcix Formación (España), dialogó con Marcelo Rivera, director de Revista Colegio, en el Ciclo de Conversaciones en Vivo por Instagram. “Los influencers educativos buscan ser adultos inspiracionales, de referencia, con los que los chicos descubran que hay muchas más formas de responder al mundo que las que conocen”, opinó y agregó: “No hay nada peor para el aprendizaje que la cultura de la queja y tener las conclusiones ya dadas antes de experimentar. Somos una generación profesional que debe dar un salto cualitativo técnico en su formación muy grande”.
Olga y Marcelo se conocieron en Mendoza en el año 2018, durante el VI Encuentro Federal de COORDIEP. Casualmente, su espacio “ARCIX” tiene 20 años de trayectoria, al igual que la Revista COLEGIO. Luego compartieron una capacitación de EPEA en Madrid, en 2019, cuando visitaron juntos los colegios Nazaret Oporto y Jesús María, en el marco de la pandemia se reencontraron en forma virtual, recordaron aquellas valiosas experiencias y reflexionaron sobre las actuales, en donde el contexto obligó a repensar las formas de enseñar y aprender.
“Recuerdo el entusiasmo, la pasión educativa que había en todas las personas que estaban allí, independientemente del contexto. Te sacas el sombrero al ver en qué condiciones están generando un proyecto educativo. El entusiasmo, la curiosidad, las ganas de aprender. En ese momento todavía creíamos que estábamos entrenándanos para un maratón. Daba la sensación de que el camino a la escuela del futuro tenía tiempo, sabiendo que había seis grandes escenarios de cambio (la arquitectura escolar, los métodos, el concepto de la metodología sobre cómo aprendemos, las técnicas, la evaluación, la organización escolar). Habíamos hablado de que había tres escuelas: las planas, las en tránsito (que habían empezado a buscar esos escenarios) y las inteligentes”, recordó Casanova, quien destacó “la universalidad del lenguaje educativo. Puedes estar en México, en Argentina o en Madrid, y sentir que habitas un espacio común: el de la educación”.
– ¿Qué cosas de tu formación te impactaron más y que pudieron hacer hoy tu ser profesional enfocándose en la innovación y capacitación?
– El primer gran aldabonazo que me impactó fue buscar que las clases de Lengua y Literatura se convirtiesen en algo especial, singular, valioso, eficaz para los chicos, que fueran más allá de 9 meses de aula. Nos pusimos a investigar muchísimo y a incluir el cine, la escritura creativa en clase, una visión de la gramática muy cercana a la vida expresivamente y a entender el armazón del lenguaje.
Con Lourdes (Bezarra, su socia en la consultora Arcix) nos conocimos en el mismo Departamento y empezamos compartiendo esas iniciativas en las horas libres o cuando salíamos del colegio, en centros concertados y con la escuela pública. A partir de allí nos dimos cuenta de que, por mucho que queramos innovar, es una pena que los chicos dependan del profesor que les toca, que no haya una estructura de equipo que permita encontrarse con magníficos profesionales a lo largo de la vida de aprendizaje. Fue así como dimos el salto al liderazgo y a la formación de directivos y empezamos a crecer en esa línea, al punto en que no era compatible con el cole y decidimos dar el salto completo hacia la formación en 2005.
El siguiente gran aldabonazo fue todo lo que hemos aprendido con profesores y directivos. Hemos ido aprendiendo mucho, buscando generar servicio desde la curiosidad y la generosidad. No perdimos nunca el deseo de la curiosidad y de que la escuela sea un lugar de referencia que los alumnos y los chicos consideren valioso y que el futuro demuestre que valemos la pena.
– ¿Cuál es el rol que pueden agregar los influencers educativos?
– No es tiempo de espectadores. Todos generamos movimiento, opinión, actitud a nuestro alrededor con lo que hacemos. Somos micro influencers. Otra cosa es por qué canales lo hacemos. Desde la forma en que elegimos desarrollar esa energía construimos o damos respuesta de una manera diferente. Es tiempo de usar muy responsablemente nuestra energía, nuestro conocimiento y capacidades en un momento donde el mundo se enfrenta a cinco grandes retos. Estamos redescribiendo lo humano (con todo el desarrollo biotecnológico), los modelos de gobierno y las relaciones entre las personas; estamos en un momento delicado del planeta donde podemos cuestionar nuestra propia supervivencia y hay que actuar rápido y donde la tecnología está entrando en todas partes y debemos usarla bien porque está redescribiendo el concepto de realidad. A esos escenarios les tenemos que dar respuesta como ciudadanos y como profesionales de la educación y en las escuelas muchísimo más. Por la forma en que trabajemos, los métodos con los que enseñemos a aprender a los chicos a interpretar el mundo, las herramientas que elijamos para hacerlo y los modelos de relación estamos construyendo el mundo que no está por venir, sino que ya está aquí.
Influencers educativos (nombre de su último libro) se refiere a ser conscientes como profesores de en qué contexto estamos acompañando a los chicos y cómo elegir movilizar su energía para dar respuesta a esos cinco grandes retos que tenemos con un modelo fieramente humano, pero utilizando todas las herramientas. Esos influencers educativos buscan ser adultos inspiracionales, de referencia, con los que los chicos descubran que hay muchas más formas de responder al mundo que las que conocen. Los colegios deberíamos llenar los pasillos y aulas de gente interesante para los chicos.
Aquí en España hay comunidades autónomas que consideran que el celular debe quedar fuera del aula y es un error. El problema no es el móvil sino el uso que se le da. Lo que no se puede es seguir educando a los chicos fuera del mundo. Solo lo tecnológico es un error y solo la escuela tradicional es un error. Deben dominar muy bien el lenguaje y las herramientas tecnológicas porque es el del contexto del mundo en el que están. Deben hacerlo de manera crítica y con sentido de servicio y eso no se aprende con las herramientas fuera. El problema es el reto que nos supone a los profesionales del aprendizaje. Deberíamos ser de los más vanguardistas. No hay nada peor para el aprendizaje que la cultura de la queja y tener las conclusiones ya dadas antes de experimentar.
En esa línea, esta escuela del futuro, con sus herramientas tecnológicas, artesanales, con la experiencia en la naturaleza. El reto mayor está en los adultos. Somos una generación profesional que está teniendo que dar un salto cualitativo técnico en su formación muy grande que no lo ha tenido en su formación base.
El Entorno Personal de Aprendizaje es clave si queremos hacer escuelas de futuro y eso supone estar abiertos al mundo de forma crítica para sacar el mayor partido posible. Si el profesorado no tiene un PLE importante y los colegios no generan un entorno organizacional de aprendizaje vamos a seguir permitiendo que algunas escuelas y algunos profesores puedan seguir viviendo en una burbuja cómoda.
– ¿Qué tiene que cambiar la escuela, qué decisiones tiene que tomar en este mundo VICA?
– Hay tres elementos pendientes muy urgentes que el Covid puso de manifiesto y los profesores han notado que entraban en crisis: los métodos de aprendizaje, cuántas herramientas domino para ponerlos en marcha, en cuántos escenarios soy capaz de ser un buen profesor y tener buena conexión con los chicos y generar un aprendizaje eficiente. Tengo herramientas presenciales, ¿pero tengo otras virtuales y consiguen o no generar lazos? ¿Damos un salto serio a la clase al revés? ¿Qué hago con el currículum? Probablemente vayamos a una escuela híbrida donde tengamos que ir presencial y no presencial y los 15 temas de las clases presenciales al año no son manejables. A lo mejor tendrían que agruparse en tres grandes núcleos de aprendizaje y cómo voy a articular eso. Entonces: ¿cómo diseño el currículum para que genere un conocimiento real, experiencial y colectivo?
Por último, hay que pensar en las herramientas de evaluación, que entran en crisis definitivamente en el modo virtual. La evaluación debe ser un instrumento de comunicación y acompañamiento para los chicos. Qué queremos que sepan, cómo vamos a saber que lo saben y cómo pueden ellos a lo largo del proceso saber qué tal van, autodiagnosticarse, hacer buenas preguntas al profesor. La evaluación de cierre está muerta; no genera aprendizaje. Y la de acompañamiento supone un esfuerzo por contar a los chicos qué buscamos, cuál es el acto de verbos que les vamos a enseñar (diseñar, compartir, contrastar). Esos grandes escenarios los hemos puesto en crisis definitivamente.
En España el primer mes de marzo hasta mediados de abril 2020 fue traumático. Hemos hecho un esfuerzo de conexión, de herramientas, tanto los profesores como los padres para entender la escuela que no les habíamos explicado. Superado ese trauma, nos pusimos a tratar de hacer algo interesante y valioso desde allí. Los que no han hecho eso ni han tenido esa crisis profesional ni se han puesto a buscar y a compartir, aunque ahora tengan escuela presencial son colegios y profesores fallidos. Estamos en un ambiente de tal fragilidad que esta escuela híbrida no es un paréntesis. Va a ser la escuela. Tenemos que darles a los chicos ejemplos de que los más arriesgados y los mejores exploradores del mundo somos nosotros.
Sabemos suplir mucho la carencia desde la imaginación con herramientas gratuitas y libres. Podemos armar un classroom, que es gratis, o tener un canal de YouTube con los chicos. Si no saben usarlas tienen tutoriales, redes donde hay gente que enseña a hacer una clase al revés. Ya no hay excusa para no saber. El móvil es el rompe barreras. Y es grande el porcentaje que lo tiene.
Yo haría un análisis de cómo nos ha ido en el cierre de curso, qué cosas funcionaron, cuáles faltaron, qué herramientas necesitaríamos para poder hacerlo bien en lo tecnológico. Y en lo presencial, debemos pensar cómo rediseñar el espacio físico, qué espacios virtuales van a ser clave, qué zonas de conexión son fundamentales. Como equipo educativo, ¿qué elementos centrales necesitamos para armar un buen curso virtual y real? Aquí los equipos directivos están obligados a dar la visión global y a articular la estructura para que los profesores no estén detrás de su pantalla.
Nos preocupan mucho los niños que no tienen un buen acceso, los padres que necesitan un buen apoyo. Habría que articular tutorías telefónicas. Deberíamos dedicar al menos dos o tres semanas para ver el nuevo mapa de colegio. Hay que pensar en grande. Hay que dedicar tiempo a lo importante. El mapa de lo importante me parece fundamental: el proyecto de la escuela, qué queremos hacer, con qué herramientas virtuales y en qué escenarios, cómo vamos a hacer para que las familias los conozcan, qué estructura de equipo y relación vamos a tener nosotros. Ese es el entorno de aprendizaje. Si no nos dedicamos a eso nos va a salir la misma escuela. Es el deber de un influencer. Lo que hacen es generar pensamiento, ampliar campo, establecer conexiones no habituales. No buscan que le imites, sino que le superes.
Cada vez nos parecen más importantes los mandos intermedios en los colegios y sobre todo en estos momentos donde hay que liderar la incertidumbre y generar mucho aprendizaje interno. A veces los dueños tienen muy claro el proyecto, pero al grupo intermedio se le dejó perder su potencial y capacidad de acompañamiento de los profesores. Los que innovan sustituyen el 90% de miedo al fracaso por otro miedo, que tiene que ver con la belleza, el impacto y el legado que vamos a dejar a los que vienen después.
Olga Casanova es certificada en Liderazgo en la Innovación y la Creatividad por el MIT Professional Education. Es Licenciada en Filología Hispánica, diplomada en Magisterio y directora en Metodologías y Estrategias Innovadoras para el Aprendizaje en La Salle Centro Universitario.
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