La neurosicoeducadora, Life Coach y autora del libro “Educación en Positivo”, Silvina Fernandes, dialogó sobre inteligencia emocional con Revista Colegio en el Ciclo de Entrevistas en vivo por Instagram. Apasionada por lo que hace y convencida de que “hacer lo que amamos es la mejor manera de construir un mundo mejor”, resaltó que los adolescentes necesitan “adultos que les den esperanza” y que habiliten “el diálogo desde la presencia verdadera. Como educadores debemos poder generar espacios seguros donde los chicos no tengan necesidad de luchar ni de correr”.
“Elegí enriquecer mi tarea docente, así como también mi persona, realizando diversas especializaciones. Comencé con el Coaching Ontológico, y con la Programación Neurolingüística junto a Nancy Osmond en Cambridge. Decidí profundizar y resignificar mi labor docente concretando mi formación como Neurosicoeducadora y Life Coach con orientación transpersonal y de esta manera adquirí recursos que me permitieron transmitir la enseñanza de la lengua junto con herramientas para superar la frustración, mejorar las capacidades comunicativas, fortalecer la autoestima y las relaciones interpersonales –cuenta Silvina-. Con todos estos valiosos aprendizajes- que ya son todo mi estilo de vida- tomé el desafío de difundir innovadoras y significativas propuestas que permitan el desarrollo integral de las personas”.
– ¿Cómo fuiste desarrollando la habilidad como oradora, el animarse a potenciar a otro y a capacitar a otro?
“Pedro, un ex alumno, cuando empecé a perfeccionarme y me animé a jugar desde los recursos expresivos con distintas dinámicas en clase, un día se empezó a reír y me dijo que estas actividades que hacíamos las tenía que conocer la mamá, que es la dueña de la editorial Proyecto Cepa. Él nos hizo el puente y así fue que nació ´Educación en positivo´ y empezaron las capacitaciones, primero en la editorial, en congresos y una cosa fue llevando a la otra. Es la pasión que encontré en esto y cuánto les sirve a mis colegas lo que le da sentido a mi trabajo. Después me animé a las capacitaciones online, etc.
Cuando hablamos de inteligencia emocional, del plano intrapersonal para después llegar al otro, hay un compromiso desde la persona. Hay algo que te convoca, que traspasa el rol. Es primero la persona y después vamos a hacer lo que hacemos, lo que amamos. Hay una cosa que se contagia y luego se crea un círculo maravilloso porque sorprende a dónde llegó una actividad, una idea. Se construye red entre los educadores, que compartimos el interés por los chicos y queremos dejar una huella de inspiración, sueño en grande, amor propio”.
– ¿Qué es Educar en Positivo?
“El libro es un compilado de los recursos de las distintas formaciones de las que me apasioné, desde la psicoeducación, la programación neurolingüística, el coaching ontológico y la inteligencia emocional. Ésas son las cuatro temáticas centrales del libro que concluyen en un set de actividades para el aula. Buscamos un bienestar en el aprendizaje, poder crear disponibilidad para que el aprendizaje sea de verdad, disfrutable, sin resistencia, sin estas cuestiones del estrés que alejan a los chicos y los ponen en modo supervivencia. Para que esto ocurra tenemos que estar parados en la trascendencia, que es el parámetro opuesto a la supervivencia. Para conectar con lo que estoy haciendo tenemos que desarrollar el concepto de la automotivación: estar centrado en el sentido de lo que estoy haciendo, hasta en momentos como éste. Todas estas actitudes tienen que ver con educación en positivo, una cuestión proactiva, desde la confianza en un mismo y desde lo que el otro puede construir también un aprendizaje propio, genuino. Es un desafío para nosotros a la hora de dar una clase, una capacitación. A veces es romper con la estructura y animarnos al ridículo, romper un poco lo esperado, que genera un impacto desde la curiosidad”.
– ¿Cuál es el sentido, el propósito de tu trabajo con los adolescentes desde lo emocional? ¿Ante un presente con tanta incertidumbre, qué tips les darías a los padres para trabajar esta situación emocional?
“Hay una necesidad de ellos de encontrar adultos que den esperanza. Nos están observando todo el tiempo; observan lo que pensamos que no registran. Si estamos zambullidos en la queja, en la falta propia de esperanza y en la apatía estamos contagiando eso. A adolescente que se empapa de esto lo que hacemos es tirarlo para abajo. Lo que podemos hacer como adultos, como educadores, es ser esperanza, para poder despertar con ganas de construir a pesar de… Hay algo que transmitimos desde el modelo que somos. Tenemos un rol fundamental, privilegiado; podemos dejar huellas, posibilidades, o esa marca puede ser destructiva. Debemos habilitar el diálogo desde la presencia disponible, verdadera. No voy a modificar la realidad si genero tensión. Los adolescentes se rebelan, nos enfrentan, pero no es algo personal con nosotros sino con su propio proceso de identificación, hacia dónde van, con un quinto o sexto año tan diferente a lo que soñaron. Debemos ser un apoyo desde este modelo de seguir creyendo en los sueños, en ellos y en el vínculo. Tenemos que acordarnos de los adolescentes que fuimos.
La resiliencia es un aprendizaje al que todos estamos llamados; tomar como posibilidad la adversidad, qué puedo aprender de esto. Tenemos que confiar en que si encontramos el aprendizaje se hace todo más sencillo. Encontramos otro sentido. Es constructivo. Debemos poder estar disponibles para poder dar un mensaje que resignifique lo que sucede. Todos le perdimos el miedo a la virtualidad, por ejemplo. Eso es un plus enorme. Debemos anotar los aprendizajes que ganamos, para que no pasen como si nada. Logramos adaptarnos, ser flexibles; los chicos están organizando sus horarios. Están siendo más autónomos. Es un aprendizaje fundamental, que reconozcan lo que están logrando, que reconozcamos, que lo podamos ver.
–¿Desde dónde aborda la educación neuroemocional las prácticas docentes? ¿Por qué hablar de Educación Neuro Emocional?
“El primer eje que trabajamos cuando incluimos la educación emocional en clases, en los talleres, es la autoconciencia de las emociones para permitir y avalarlas como información genuina que suma al aprendizaje. Es muy común en los niños pequeños que se encaprichan, que se angustian o tienen miedo y se intenta limitar la emoción porque nos lleva a manejar algo que no podemos controlar. Cuando lo que hacemos es sacar la emoción del circuito del aprendizaje estamos quebrando una parte fundamental de la persona. Estamos cerrando la puerta a una verdad que hay que atender. Cuando surge la emoción hay una información que nos está pidiendo algo que tenemos que decidir, comunicar, modificar en mi forma de relacionarme. Lo primero que hacemos desde la autoconciencia emocional es habilitar cómo me siento, registrarlo, ver en qué parte del cuerpo lo siento y de qué manera lo expreso, para poder buscar maneras asertivas de expresarlo y comunicarlo.
Lo primero es la conciencia emocional; lo segundo gestionar la emoción: cómo canalizo el enojo, la frustración, cómo puedo utilizar la emoción para construir desde lo propio hacia el otro. Luego hablamos de la automotivación como pilar fundamental de la inteligencia emocional y por último todo lo que hace a las habilidades sociales, lo vincular, inteligencia interpersonal. Son los cuatro pilares que vamos trabajando en los talleres y clases con los chicos. Hay que darles lugar. Si aún no están incluidos los talleres de educación emocional en la escuela habilitarlos en la materia que estemos dando”.
–¿A qué te referís con el rediseño de los procesos de enseñanza y aprendizaje?
“Esto tiene que ver con la neuropsicoeducación. Qué ocurre cuando sentimos una amenaza. Claramente lo que hago desde la evolución cerebral es dejar que se active el cerebro instintivo emocional. Desde este lugar solo puedo dar lugar a dos respuestas: la huida o la lucha. Activo la resistencia. Ni siquiera escucho lo que me están diciendo, estoy a la defensiva y desde este lugar de angustia y miedo no están disponibles nuestras habilidades frontales: la lógica, la empatía. Como educadores debemos poder generar espacios seguros donde los chicos no tengan necesidad de luchar ni de correr, que puedan sentirse disponibles para dar una opinión, para decir que no entendieron algo. Esto ocurre si damos seguridad, confianza, si damos disfrute, mentalidad de crecimiento. Debemos ver cómo generamos que aprenda que en la falla está el verdadero aprendizaje, acompañarlo a seguir intentando a concretar un pasito más. Necesito mandar ese mail, contactar a la familia, si hay algo en particular que estén necesitando, etc. Los lazos, lo vincular en este momento es fundamental. Los contenidos están siendo totalmente trastocados. No dejemos de lado el acompañamiento, hacer juntos”.
–¿Qué tips podrías darles a los padres para que repiensen esto de abrirse para conectar?
“Un alumno mío de 17 años decía que a los adultos no les interesan las cosas que les interesan a ellos. Minimizamos cosas que tienen que ver incluso con problemas que ellos traen. Muchas veces no nos permitimos interesarnos con disponibilidad total. Estamos sin estar. Tenemos que ser capaces de conectar desde un lugar verdadero, auténtico. Debemos habilitar el interés genuino, por más raro e incomprensible que nos resulte, poder tomarlo como nuestro propio interés; encontrar recursos, redes, intercambio desde la confianza. Confíen en la capacidad amorosa como gran motor que nos puede direccionar, que nos guía. Conectémonos con eso y demos nuevas oportunidades. La misma situación nos desborda, pero volvamos al eje. Tengamos confianza en nosotros mismos como educadores, poder abrazar nuestra responsabilidad desde una total gratitud en este momento más que nunca. Tenemos una tarea enorme, dando lo mejor, conectando el sentido desde lo vocacional, el amor por lo que estamos haciendo con la convicción de tocar el alma y dejar una huella que nutra y reconforte”.
–¿Cómo va a ser la escuela pospandemia y qué es educar para la trascendencia?
“Va a haber que guardarse y captar todos aquellos hallazgos a nivel del sentido de lo que estoy aprendiendo. Qué vamos a hacer con esta cosa de esfuerzo en algo que los chicos aprenden simplemente por el agente externo. No se van a involucrar nunca si no hay una curiosidad verdadera. Va a llegar el espacio de que los chicos puedan elegir las materias que consideren que les suman. Tomamos como importantes a las cuestiones más duras. Creo que con todo esto que movilizó lo vincular, etc., todas estas cuestiones van a reverse para que los chicos puedan relacionarse con el contenido de otra manera. Van a poder elegir y tener más voz porque nosotros estaremos dispuestos a escuchar de otro modo. Las evaluaciones, la forma en que avalamos el aprendizaje. Vamos a dejar de ser cómplices de ese tipo de acuerdo que no tiene demasiado significado. Hablamos de inteligencias múltiples: lo lingüístico, lo musical, lo espacial, ¿cómo lo incluyo de verdad en un aula? La limitación empieza a caerse. Tenemos que ser muy creativos para poder responder. Este cimbronazo viene muy bien para repensar todo esto”.
–¿Por qué no incluir la opinión de los chicos en la escuela que queremos? ¿Por qué no los tenemos en cuenta para repensar la escuela del futuro?
“Esto es interesantísimo. Están acostumbrados a las cuestiones rígidas y estáticas. Cuando empezamos a incorporar un colegio los talleres de Educación Emocional, los primeros años había que ver cómo captar la atención y tuve que hacer un ejercicio de reconstrucción profesional y de encontrar el interés de ellos. Es un espacio donde no hay evaluación, donde eligen, tienen voz, se los escucha. Cuando se revirtió, hubo un resignificado del espacio y esperan cada uno de los encuentros. Caigámonos todos y volvamos a levantarnos con nuevos recursos y tomando lo que ellos piden, necesitan, lo que les entusiasma. Empezamos a generar dinámicas y a salir de la zona de confort de verdad, a abrir un nuevo mundo; logramos comunicarnos y ahí cambió”.
Silvina Fernandes es Neurosicoeducadora, Life Coach, autora de Educación en Positivo, oradora motivacional, Licenciada y profesora en Lengua Inglesa con 20 años de experiencia trabajando con adolescentes, capacitadora docente. Ha disertado en Congresos para educadores en CABA, Uruguay y en diversas provincias del interior del país. También dicta cursos en modalidad e-learning, online, en torno a la educación neuro emocional. En el Colegio San Agustín de CABA coordina talleres de inteligencia emocional y coaching educativo para adolescentes, así como también la mentoría y preparación de sus charlas TED para el evento institucional “Clubes TED ED San Agustín”.
Notas Relacionadas
CHICOS: La Revolución de los Uniformes Escolares
Pepe Menéndez: entrevista en el programa Synergia by Nedutec
Revista COLEGIO en Colombia: Modelo Relacional Fontán