Revista Colegio

Las mejores propuestas educativas

“Tenemos que pasar de una escuela que enseña a una que aprende”



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“Me gusta repreguntarnos todo el tiempo qué significa enseñar y aprender y hoy me parece central pensar que este proceso tiene que ver con la capacidad que tengamos de adecuarnos a nuevos horizontes, miradas, transformaciones”, resaltó el director general de CIEDA (Centro de Innovación Educativa del polo Dante Holters) Alfredo Vota, quien disertó en el IV Congreso Internacional de Coaching Educativo “Diseñando comunidades de aprendizaje”.

“¿Cómo hacemos para transformar nuestras propias escuelas en algo mucho más adecuado a las necesidades de personas, alumnos y del siglo 20? Cambió el concepto de la subjetividad. Nosotros, cada uno quiere ser protagonista. Tenemos que pensar hacia dónde, hacia la nueva mirada en relación a la subjetividad que tienen estos nuevos alumnos.

¿Cuál es el QUID de nuestro proceso de aprendizaje en este periodo? Hemos aprendido que un salón de clase era mucho más que el tradicional; puede ser un zoom, y descubrimos zonas centrales que tenemos que llevar a la nueva normalidad. Tenemos que pasar de una institución que enseña a una que aprende: de una institución pensada para transmitir su saber, prearmado, transmitido de generación en generación, a repensarse como una institución donde todos estamos aprendiendo.

¿Por qué con tanta rapidez de repente cambiamos? Aprendemos cuanto tomamos conciencia de que debemos cambiar. El cambio permanente requiere de una comunidad dispuesta a aprender.

En el decálogo de la mejora escolar, de Silvina Gvirtz y Victoria Abregú, encontramos cuatro tipos de escuelas: estáticas, dinámicas, eficientes e ineficientes. Si estamos en una escuela ineficiente y estática se hunde, se está perdiendo. Las organizaciones avanzan o retroceden. Ninguna se puede quedar en el mismo lugar. Una escuela que avanza pero no es eficiente está luchando, pero esa lucha no la lleva a profundizar en nuevos aprendizajes. Hay escuelas que son eficientes pero son estáticas y no avanzan lo suficiente y finalmente están las que avanzan y se adecúan a los nuevos procesos. La pregunta es cómo lograr que nuestras escuelas avancen y pasar como Dubai de ese desierto a esa ciudad soñada nueva.

La gente no es que tiene miedo a cambiar sino a ser cambiada por otro, a ser utilizada, a ser llevada a un lugar donde no quiere. El cerebro prefiere recorrer los mismos recorridos conocidos pero cuando se le muestra un lugar deseable también tiende hacia ese lugar. Uno de los problemas es que no enfocamos bien en qué aspectos cambiar o cómo ayudar a las personas a hacerlo.

Los requisitos para un cambio son la presión (una necesidad); una visión clara y comparativa; capacidad para el cambio (capacidad para aprender) y un plan (caminar hacia algún lugar). Una de las cosas que más nos importa es generar una cultura de cambio. Se necesita una visión de a dónde caminar; generar espacios de formación serios y sostenidos y tener un plan conocido por todos los actores.

Normalmente trabajamos en los comportamientos. En un colegio si quiero que cambien una práctica pedagógica requiere una estrategia, una competencia, pero eso está basado en un principio y misión institucional. Generalmente queremos modificar las acciones. La discusión se transforma en una discusión moral y en realidad el punto para conversar es los objetivos y valores de las personas y los principios y objetivos de las instituciones. Es importante la construcción de esta cultura. Si queremos que haya una comunidad de aprendizaje y transformar la escuela de una que enseña a una que aprende tenemos que crear una cultura de educación, que tenga una misión clara, una identidad.

La pregunta es: si mi escuela es igual que todas, ¿cuál es su identidad? Habría que pensarla. Mi diferencia específica es lo que me construye y me hace lo que soy y no otro. Esto es muy importante para las escuelas, pensar quiénes somos y desde ahí las acciones cotidianas para poder construir una nueva visión de nosotros mismos. Lo que marca el proceso de aprendizaje son los objetivos que se propone la institución. No se trata de cambiar por cambiar sino porque mi identidad me lleva a determinado método, competencia y por ello a determinadas acciones.

Yo propongo cada dos o tres años revisar la misión y la identidad institucional porque el mundo cambia vertiginosamente.  Y que toda la comunidad lo revise: pensarlo con otros; ver las estrategias, el método, los comportamientos y las acciones cada mes, que los voy a corregir si están atados a un objetivo porque no se llega con acciones solamente, sino atadas a un objetivo claro.

¿Cómo liderar estas comunidades? Primero debemos plantearnos qué se proponen. Si debemos enseñar a pensar ¿cómo no vamos a proponer que la escuela se piense a sí misma? Primero debe reflexionar sobre su práctica. No es un hacer irreflexivo. Muchas veces faltan esos espacios para reflexionar sobre lo que hacemos docentes y directivos. En general en las instituciones el error es mal visto. El error de los alumnos es punido y el error de los docentes es tapado. Allí se obtura toda instancia reflexiva. El error debe ser una posibilidad. Quien lidera la institución y esta cultura del aprendizaje debe sentirse artista. No es una ciencia exacta. Tiene que ver mucho más allá.

Para construir una comunidad de aprendizaje debemos tener claro el núcleo central que da perspectiva a toda la institución. Se es líder por las decisiones que se toman a partir de las circunstancias. Es importante que cuanto más alto sea el horizonte, el punto de fuga, el estímulo para caminar será mayor. Cuando la perspectiva sea posible pero alta la gente se va a subir. Si todos nos ponemos a quejarnos y nos sentimos abatidos nadie querrá estar en ese proceso. El presente se mejora si atraemos el futuro, si hay una visión hacia algún lugar. Es tan importante implantar las acciones como sostenerlas a lo largo del tiempo, no hacer cosas desconexas.

El equipo directivo es solo amigo de los objetivos y tiene que ser fiel al bien institucional. Para armar un equipo de trabajo debemos estar orientados a los resultados. Debemos preguntarnos si queremos ser ejecutores o colaboradores”.

Al final de su exposición, Alfredo Vota brindó algunos tips para construir cultura escolar, entre ellos:

  • Colaboración
  • Creencia compartida de que porque están ahí son mejores docentes. Si el docente cree que en el colegio puede crecer humana y profesionalmente es un docente de ese colegio y tener actitudes para mantener intercambios francos y sinceros
  • Respetar ideas de colegas
  • El apoyo a decisiones arriesgadas
  • Estímulos para la discusión abierta de dificultades
  • Compartir los éxitos y la valoración de todos los alumnos según sus necesidades y el compromiso por ayudarlos. Ninguna escuela puede ser una buena escuela si no tiene esto último. Nosotros estamos para transformar la vida. Podemos ser la bisagra positiva para cualquier alumno.
  • Tenemos que hacernos preguntas: ¿Qué queremos transformar, para qué y cómo?
  • Debemos capacitarnos y estudiar seriamente el tema donde queremos transformar, ser “expertos en…”
  • Revisar periódicamente las metas y prioridades en la escuela.
  • Fomentar la observación mutua de las clases. Todos aprendemos de todos.
  • Crear procesos bien diseñados para poner en práctica iniciativas. Asegurar su seguimiento y evaluación. Todos podemos mejorar.

Alfredo Vota es director general de CIEDA, Centro de Innovación Educativa del polo Dante Holters, Profesor de currículum y didáctica de la UCA. Formador para la OEI para el programa Hacer Escuela. Capacitador en México, EE.UU., Brasil, Colombia, Chile, España y Perú. Coautor de “La Educación Transformada” y “50 Innovaciones”


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